Busquemos un lugar y hundámonos. Ocultemos la cabeza y ventilemos el culo.
Ahora esperemos, quizá, con un poco de suerte, el viento fuerte nos lo limpie.
Si eso llega a pasar. Agradezcamos al dios del viento, levantemos nuevamente la cabeza y salgamos a caminar.
Pero ojo, recordemos cada pozo en los que caímos (no sea cosa que volvamos a caer en los mismos lugares).
Y si caemos cae?
Uno se cansa de andar equivocándose y pidiendo disculpas.
Vinimos a equivocarnos, a ensuciarnos y a limpiarnos para volver a ensuciarnos eternamente.
Ensuciarse hace bien, decían, y es verdad.
Los cuellos blancos sólo denotan aburrimiento, inexperiencia, falta de compromiso.
Las manos cuidadas, sólo nos recuerdan lo que no fueron capaces de hacer.
Cansado de la pulcritud y reconciliado con el barro, vuelvo a salir al mundo.
Al acecho de formas que acomoden mi entendimiento.
viernes, 26 de marzo de 2010
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7 comentarios:
Me encanta marcos, me encanta lo que decís. Bienvenido al mundo, que como decís tan bellamente "Las manos cuidadas, sólo nos recuerdan lo que no fueron capaces de hacer."
Porque en una de esas, logras solo ensuciarte con témperas de colores, y eso, es lo hermoso de la vida.
Mil besos para tí
(lilus cohelada? ja)
No! Lilus coloreada!
En mi casa hay un refrán "niño sucio, niño feliz"
Ojalá chapotees mucho en el barro.
Gracias María! Lo haré!
si tenemos exitosamente ojo como vos decis y terminamos sin caernos, nuestras manos acabaran limpias y nuestro cuello blanco. que paradoja no?
saludos en la distancia.
Si formaramos parte de ese uno en un millón que no necesita caerse para aprender, solo nos restaría disfrutar y agradecer!
Bienvenido al blog.
Saludo sus certeras palabras, desde mi lodazal y mientras espero que mi lavarropa termine dar vueltas.
1600con la mente sucia también (gracias a D-os)
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